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viernes, 21 de agosto de 2009

Quinta: Otro Mundo

La puerta estaba abierta, y me asomé para verla más de cerca. Me acerqué hacia su posición, casi en silencio. Nadie se hubiera dado cuenta de que yo estaba por ahí... rondando.

La verdad, nunca me había imaginado como sería ver a Nadine en un hospital. Y ahí estaba yo, a pocos centímetros de ella. Estaba dormida. No tenía un buen aspecto que digamos, pero conocía su belleza natural, y supuse que no era tan malo después de todo. Se encontraba durmiendo en silencio, estaba echada de costado en la cama, hacia el lado izquierdo, y su cabello lacio castaño no lograba cubrir del todo su rostro. Tenía un aspecto angelical, e inocente. Así me gustaba Nadine. Así era como la conocí y me enamoré de ella.

No tenía nada más que hacer, pero me quede congelado por varios minutos, mirándola. No temía que se despertara de pronto y me mirara con su cara de asombro, y tal vez saque fuerzas de la nada y se acerque a darme un golpe. O tal vez abriría un poco los ojos, y me pediría que me acerque a abrazarla. Que se yo, no era dueño de su destino.

-Señor, ¿que hace aquí? -me dijo una voz suave y calmada.
Giré rápidamente, sorprendido. Era una de las enfermeras.
-Eh, vine a visitar a la señorita.
Le mostré mi pase.
-Lo siento, pero la orden del doctor es que la señorita no puede recibir visitas hoy.
-Pero, no me dijeron nada a la hora de reservar la visita.
-Si, pero el doctor acaba de dar la orden. Tengo que hacerla cumplir, lo siento.
-Está bien, lo siento mucho.
-No hay problema, gracias por su comprensión.
-De acuerdo.
Tuve que seguir las indicaciones de la enfermera, sino algo peor podría haber pasado. Pensé que esto no era un juego, y que era por el bien de Nadine. En cierto modo, me sentía satisfecho. Por lo menos sabía que ella se encontraba con vida, y que tal vez pronto se encuentre mejor.

Ya estaba cruzando la puerta de entrada del cuarto, cuando se escuchó algo.
-Chris...
Me quedé petrificado. Conocía esa voz, aunque este más débil y ronca de lo normal, pero la conocía.
-¡Nadine!
-Chris, ¿eres tu?
-Señorita, por favor, recuéstese -dijo la enfermera.
-No, quiero hablar con Chris.
-Nadine, espera un momento -le dije rápidamente
-Por favor señorita, déjeme hablar con él. Todo estará bien.
-Pero, el doctor ha dicho que tiene que descansar.
-Por favor... -seguía diciendo Nadine.
-Nadine, lo siento mucho, -me detuve por unos segundos- pero...
-Chris, necesito decirte algo. No me importa lo mal que esté, solo tengo que decírtelo.
-Eh... Nadine, no se que decirte. -le respondí.
-Señorita enfermera, necesito hablar con él, de veras. Todo estará bien, lo prometo
-Eh... pero...
-No se preocupe, de verdad. -parecía muy segura de sus palabras. Esa era Nadine.
-De acuerdo, pero solamente por unos minutos.
-Está bien, muchas gracias.
-No hay de que. -le respondió la enfermera con una sonrisa.

La enfermera se fue, aunque podría jurar que se encontraba en el pasillo, detrás de la pared de la habitación. Me volví hacia Nadine.
Antes de que pudiera decir algo, ella preguntó.
-Fue Sarah, ¿no?
-Eh, si. Lo siento mucho.
-No, yo soy la que debe disculparse Chris. Me he portado terrible contigo.
-No tienes porque hacerlo, todos tenemos nuestros momentos. Creo que no debimos precipitar las cosas entre los dos.
-Si, pero de no ser por mi, otra sería la historia.
-Bueno, como sea. El punto es que, te amo Nadine.
-Yo también Chris, y a juzgar por mi apariencia, de manera enfermiza.
-No digas eso Nadine, el amor tiene que ser sano, no enfermizo.
-Lo se, lo se.
-En el peor de los casos, fue culpa del bicho que se metió a tu organismo.
-Ese bicho eres tu.
Comenzamos a reírnos, aunque ella lo hacía de manera débil. Parecía que era consciente de que no podía forzarse mucho.
-¿De cuanto es la fiebre?
-40 grados.
-Wow, no puedo creerlo.
-Créelo, y te lo sugiero porque aquí me tienes.
-Lo se, en todo caso deberías seguir descansando.
-Tienes razón, pero no te preocupes. Estaré bien en cuestión de días. Hasta menos tal vez.
-Exacto.
Nos quedamos mirándonos, sonriéndonos, por un rato.
-Chris.
-Dime.
-Prométeme que nunca me vas a recordar tal como estoy ahora.
Solté una carcajada.
-Mujeres... ¿por qué serán criaturas tan nobles?
-Es en serio Christopher, no me estoy riendo.
-Ya ya, como tu digas.
-¿Lo prometes?
-Lo prometo.
-De acuerdo. -me sonrió.
Le devolví la sonrisa, me agaché un poco al costado de la cama y la abracé con mi brazo derecho.

Me sentía tan... fuera de este mundo. Quería que ese momento no se acabe nunca, porque, a decir verdad, no me había imaginado esto ni en mis sueños más emocionantes. Ya no me importaba todo lo que había pasado para llegar aquí. Esto era más de lo que habría imaginado dentro de las probabilidades. Cuando salí desde la casa de Sarah para llegar hasta acá, no había tomado en cuenta las consecuencias. Aún no las tomaba en cuenta. Mi instinto otra vez me dio la razón, y mi subconsciente ya no jugaba sucio.

En ese momento, los flashbacks comenzaron a brotar en mi mente. Desde el momento en el que conocí a Nadine, pasando por el tiempo cuando nos hicimos amigos. La primera cita que tuvimos, los días que pasamos juntos yendo de un lado para otro, riéndonos de los chistes malos que decíamos todo el tiempo.

Teníamos solamente una semana como pareja, cuando los problemas comenzaron. Aún así, yo creía en ella, y sabía que ella era única. Me dolía en el alma saber que ya no la tendría por más tiempo. Me quedaba solamente una semana, pero quería que esto sea recordado para la eternidad.

-Señor, siento interrumpir, pero ya se acabó su tiempo.
-Si, lo se. Le agradezco un cielo por haberme permitido estar aquí. -le respondí
-No hay problema. -me dijo y cambió su mirada hacia Nadine- Señorita, será mejor que descanse. Su padre llamó, y dice que ya está en la ciudad. Vendrá al hospital en una hora.
-De acuerdo, gracias por la información.
-Bien, creo que eso fue todo por hoy. Debo irme.
-Chris, espera. -dijo Nadine.
-¿Que ocurre?
-Te amo.
Tenía lágrimas en los ojos. Me sentí mal por un momento.
-Yo también te amo. Gracias por todo.
-Gracias a ti.

Le sonreí, y me fui caminando lentamente, fuera de la habitación, mirando hacia arriba.



Bueno, hoy si no agradeceré a nadie. Esto ya parece un libro de dedicatorias.

Al final de la historia pondré TODOS los agradecimientos, ya no los pondré uno por uno. Lo prometo.

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