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domingo, 16 de agosto de 2009

Cuarta: Emergencia

El móvil comenzó a sonar.
-Diga.
-Chris, es Sarah. Necesito hablar contigo.
-Dime, ¿que ocurre?
-En persona, no por teléfono.
-Bien, estaré en tu casa en media hora.
-De acuerdo.

Tuve que ir comiendo el pastel y tomando la soda en el camino porque, a juzgar por el tono de voz de Sarah, esto era algo serio. Fui casi corriendo a tomar el bus camino a la casa de Sarah, y no pude disfrutar del pastel y la soda, lo cual era un presagio no muy bueno que digamos. Se me revolvía el estómago por saber que era, aunque tenía una remota idea de que cosa se trataba. Había solamente que confirmarlo.

-¡Chris!
-Sarah, ¿que ocurre?
-Nadine está en el hospital.
-¿Qué? Debes estar bromeando.
-No, no lo estoy.
-Pero, ¿Qué fue lo que paso?
-Creo que le dio fiebre alta, no estoy segura.
En ese momento pensé: Nadine tenía un poco de calentura ayer, y lo sentí en el momento en el que nos besamos, pero no le dije nada porque no quería incomodarla tanto. El momento tampoco era el adecuado.
-¿Podemos ir a visitarla ahora?
-No creo, su madre no me dijo nada. Su padre vendrá de España en un vuelo de emergencia.
-¿Su padre estaba en España?
-Si, ¿no te lo dijo?
-Ella me dijo que estaba en México, pero no en España.
-Ay, Nadine.

En eso, entendí la forma en la que encajaban las piezas del rompecabezas. Nadine se iba a España con su padre, y ella nunca quiso decírmelo. Genial.

Sabía que Nadine era como yo. A ella no le gustaba contar sus secretos, igual que a mi, y eso me daba seguridad e inseguridad al mismo tiempo. ¿Acaso Nadine me tenía miedo o algo así?

-¿En que hospital está Nadine?
-En el hospital central.
-Debo irme.
-¿Qué? ¿Vas a ir?
-Si.
-Chris, ¿Qué diablos estás haciendo?
-Lo siento Sarah, te veré luego.
-¡Chris! ¡Regresa ahora mismo!

Corrí lo más rápido que pude, mis impulsos habían despertado la ira en mí, y necesitaba ver a Nadine ahora mismo. Saber que estaba bien, y que al menos tendría la oportunidad de estar con ella y decirle lo tanto que la amaba. No me importaba correr riesgos. Ya no había riesgo que correr. Al menos en ese momento no había.

Sarah comenzó a llamar al móvil, pero me dio vergüenza contestar las llamadas. Llamó exactamente doce veces. A la decimotercera vez, no pude evitar contestar. Ya había casi llegado al hospital.
-Christopher, estás loco. Vuelve ahora mismo
-Ya llegué Sarah, lo siento.
-Regresa, o te juro que no te lo perdonaré. Estoy seguro que Nadine tampoco lo hará.
-Por favor, perdóname. No quiero hacer esto, pero es ahora o nunca.
-Arg, es inútil. Adiós.
Sentí un poco de arrepentimiento, porque no quería hacerle esto a Sarah, pero lo hecho, hecho estaba. Ya no había espacio para estar retractándose. Era como intentar hacer funcionar un auto sin batería.

En cuanto llegué, le pregunté a la recepcionista por el número de la habitación de Nadine.
-A ver... está en el 305
-De acuerdo, muchas gracias.
-Eh, esperé un momento.
-Diga.
-No hay ninguna visita reservada para la señorita. Usted no tiene un pase autorizado para visitas.
-¿No le llamo un tal Chris diciéndole que la señorita Nadine iba a recibir mi visita hoy día?
-De ninguna manera.
-Oh no, cielos Chris, que despistado que eres. Ahora mismo lo llamaré.
-De acuerdo.

Salí un momento del hospital, y fui a un teléfono público para llamar al hospital. Me aseguré de apuntar el número de recepción que estaba en uno de los paneles cerca de la entrada del hospital.
-Hospital central, ¿en qué puedo ayudarlo?
-Buenas tardes, me gustaría reservar una visita para el 305 -dije con voz gruesa.
-Oh si, creo que ya se a lo que se refiere. Dígame su nombre.
-Julián Taylor. Es el nombre de mi hermano. Yo soy Christopher.
-De acuerdo, ¿para cuando desea reservar la visita?
-Para ahora mismo. El debería estar en el hospital en estos momentos, y siento no haber reservado la visita antes.
-No hay problema, puede avisarle al señor Julián que ya está reservada la visita y que puede acercarse al hospital a recoger su pase.
-Está bien. Muchas gracias. Hasta luego.
Fui corriendo al hospital con la botella de soda en la mano, simulando que me la había comprado recién.
-Eh, me llamó el señor Christopher diciendo que la visita ya estaba reservada.
-Si, aquí tiene su pase, pero necesito su identificación.
-Eh, no la tengo conmigo en estos momentos, pero puedo darle el número.
Para suerte mía, tenía una lista de números de identificación de mis amigos en mi mochila. La hice pensando en casos de emergencia, como este. Y como estábamos en un hospital, era una real emergencia.
O al menos lo parecía...
La tipa lo dudo por unos segundos y dijo:
-A ver...
-Es 30192535
-De acuerdo. Ya lo apunté en la lista.
-Muchas gracias.

Al momento de pasar por la puerta del área de internados, le enseñé mi pase al guardia de seguridad, que me miró como si sospechara acerca de mí. Fui corriendo por las escaleras hasta el tercer piso. Cuando estaba en la escalera al tercer piso, tropecé con uno de los escalones.
-Mierda, mi rodilla. -dije en voz baja.
Por suerte, no fue tan grave como parecía, pero llegué a la habitación de Nadine cojeando, porque igual me dolía mucho. No había tiempo que perder.

Tenía miedo. Ahora si sentí que corría peligro.

Bah, pero ya había llegado muy lejos, y ya no importaba nada.
¿Miedo de qué?... "patrañas", dije en mis adentros.

Me asomé por la puerta, y la vi.



Hoy día, no voy a agradecer a nadie.

Bueno, en verdad si

Tengo que agradecer a Mauricio por darme la idea para el nombre de uno de los personajes de la historia.
Si, elegí ese. Gracias.

Y bueno, tengo que hacer una aclaración también.

Esto... mejor no. Lo dejaré para el final de la historia. Recien vamos cuatro partes, c'mon!

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