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domingo, 29 de noviembre de 2009

Random memory, pt. 2

En el mundo exterior, las cosas no estaban saliendo bien.

Mis padres habían establecido un negocio con los pocos ahorros que nos quedaban, con la idea de poder levantar nuestra situación económica, y teníamos mucha fe de que así sería.

Papá había perdido su empleo hace un año como consecuencia de problemas en el banco central, y eso nos dejó con los cinturones apretados y con más de un problema por resolver. Las cuentas... si, las típicas cuentas que nos pone el sistema día tras día, ese sistema que no nos deja en paz las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, y los trescientos sesenta y cinco días del año.

Lo cierto es que, había que seguir, y en un intento desesperado por jugar una carta alta, las cosas fueron de mal en peor.

Si, también puede ser cierto que mis padres nunca se llevaron bien, por lo que me acostumbre rápidamente a ver sus discusiones como algo cotidiano. No las emulaba, no, pero era consciente de que en mi mundo de juegos y fantasía no existían problemas. Que ingenuo.

En la escuela todo iba bien. Cada día que pasaba observaba más y más a Alexandra. No podía evitarlo. Ocasionalmente nos sentábamos juntos, y hablábamos de un montón de cosas. Era genial pasar el tiempo con ella. Era una niña muy linda. No se me pasaba por la cabeza que de la nada comience a actuar de forma diferente. Era ella misma, su espontaneidad era única, y aunque en esos momentos no estaba seguro de ello, ya sentía demasiadas mariposas monarcas en mi estomago.

Trataba de que, las pocas veces que hablábamos, valga la pena. Mi mente ya se acostumbraba a que aprovechara todos esos momentos al máximo. No se si era un mal presentimiento, pero estaba seguro de que eran momentos únicos, y que tal vez, nunca volvería a tener.

El resto de la clase era normal. Ese era ya mi tercer año y conocía casi a todos los de la clase. No hablaba con todos, tampoco era el niño popular de la clase (era todo lo contrario a eso), pero trataba de sobrellevar las cosas. Me divertía mucho, cada día exploraba cosas nuevas y ya iba perdiendo cierta timidez de los primeros años de la escuela primaria.

Recuerdo perfectamente los partidos de fútbol que jugábamos en las horas de recreo. Era mi deporte favorito, como lo fue siempre. El ver a mi equipo favorito ganar todos los campeonatos de esa época me inspiraba aún más, y eso era un factor más a la felicidad que sentía en ese momento.

Recuerdo también que ese fue el año en el que realicé mi primera comunión. Ya era cuarto de primaria y, como es costumbre, todos los de la promoción se inscribieron para la preparación.

Al momento de separarnos en grupos, rogaba fuertemente que me toque con la persona indicada. No fue así.

Pero al final de cada catequesis, recuerdo que siempre la veía salir, conversando con el nuevo grupo de amigas que había hecho. Había una que sobresalía entre todas; su nombre era Lucero, y también estaba en nuestra sección.

"Oh si, grupo de niñas... siempre juntas"

Y habían veces que, mientras esperaba a papá en la escuela, jugábamos fútbol, y no necesariamente habían balones. Podíamos coger una botella plástica o una taparosca y jugar como si todo estuviera bien.

También estaban los talleres, claro. Participé en el coro de la escuela por tres años, y eso también influyó bastante en mis gustos musicales y artísticos. Y ese año iba a ser diferente; había una "nueva" en el coro.

Cuando la vi en el primer ensayo, hablamos.

-¿Estás en el taller? -que pregunta más estúpida.
-Si, ¿tu?
-Yo también, y estuve en los dos años anteriores.
-Super, entonces cantaremos juntos.
-Claro, ¿sabes cantar?
-Mmm... mas o menos, pero si me gusta.
-Que bueno -le sonreí.

Se "supone" que cuando hable con ella, debería sonrojarme o tartamudear o algo así, pero no. Hablaba con total naturalidad, como no lo había hecho nunca antes. Esto ya era serio.

Aún no llegaba a la conclusión definitiva, pero ya estaba cerca. Dicho de otro modo, no admitía que... me gustaba (al menos al 100%).

Ese era mi mundo, donde no existían los problemas y donde dejaba que las cosas sucedan por si solas. Y ahora que había encontrado a una "nueva", me sentía mucho mejor. No pensaba en las cosas que luego sucederían ni en algún tipo de desastre. ¿Que era lo peor que podía pasar?

La respuesta en el próximo episodio (Jajajajaja, no mentira)



Bueno, la idea descabellada... mmm... les dejaré una pista: tiene algo que ver con estos flashbacks que comenzaron a aparecer en los últimos días.

Por ahora es todo, siento si no posteo tan seguido como antes, es que ya no tengo mucho tiempo para entrar al blog :( pero trataré de postear con mayor frecuencia. Dios mediante, hasta la próxima.

PD: Feliz cumpleaños querida Nela Canela :)

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