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domingo, 15 de noviembre de 2009

Random memory, pt. 1

Nueve años

El mundo era completamente diferente. Delante mío se encontraban los sentimientos que no conocía ni quería conocer en ese momento, y a mis espaldas se encontraban mi alegría, mi tristeza, mis ganas de jugar, mi inocencia. Dejaba que prácticamente todo cayera por su propio peso y sin querer, no prestaba tanta atención a los detalles. Si, era un niño, pero quizás, en ese año cambió mi forma de ver las cosas de una manera radical, como nunca antes mi mente inocente e ingenua lo habría pensado. Las cosas se dieron demasiado rápido, y sin esperarlo, mi vida cambió por completo. Demasiados eventos, demasiadas caras nuevas, demasiadas ilusiones.

La escuela... si, era feliz. En los tres años que estuve ahí jamás me arrepentí de lo que pasó ahí. Tal vez en esa época podría sonar a mentira, porque era una persona que nunca hablaba en público y que se reducía a escuchar al resto. Tenía miedo, mucho miedo, prácticamente era el chico tímido de la clase. Pero tenía amigos, muy pocos, no se si era el hecho de que no me gustaba tener muchos, cosa que hasta ahora pasa, o si simplemente no tenía ese don de niño extrovertido de nueve años.

Primer día de clases, una que otra cara nueva, nuevo profesor, nuevo salón, y sabe Dios que más.

Me senté en el centro del salón, tal como era costumbre. Como eramos yo y 38 almas más en el salón, no había gran diferencia por ver quien era quien. Las carpetas eran para dos personas y el sitio de mi costado se encontraba vacío por un momento mientras yo sentado esperaba a que comenzara la clase. Como siempre, me dedicaba a pasar todo el tiempo pensando en cualquier cosa que no tuviera que ver con lo que estaba pasando en ese momento.

De pronto, volteé hacia mi costado, y vi una cara desconocida.

Nos quedamos mirándonos por un instante, y ella sonrió.

Y, esa fue la primera mariposa en mi estomago, al menos la monarca.

El profesor comenzó a hablar. Lo único que pude escuchar con atención fue su nombre y uno que otro detalle más. No pude evitar desviar la mirada hacia mi costado derecho y mirarla por un par de veces.

Lo siguiente que vino, fue la típica acta de presentación entre los miembros de la clase. Que mejor ocasión para "conocerla".

La cosa consistía en escribir nuestros nombres, nuestra edad y otros datos más en una hoja de papel, y entregar las hojas al profesor para que el las reparta de manera aleatoria entre los alumnos, y luego nos identificaríamos y nos presentaríamos ante el resto de la clase.

Mientras escribiamos, ella habló.

-Eh, disculpa ¿qué tenemos que hacer? -dijo la niña con una voz grácil.
-Tenemos que escribir nuestros nombres y cuantos años tienes. -le sonreí.
-Ya, gracias -devolvió la sonrisa.

No entendía en ese momento como había hecho para responder su pregunta con tanta serenidad.

Se volvió hacia su papel, y traté de decirle algo más.

-Eres nueva, ¿no?
-Si, -dijo algo sonrojada- ¿tu?
-Yo no, este es mi tercer año aquí.
-Super.

Cuando terminó de escribir, me enseño su hoja.

Luego el profesor nos pidió las hojas y seguimos conversando.

Ella era nueva en todo sentido. Es decir, me estaba haciendo sentir cosas que hasta ese entonces no habría sentido, o al menos por nadie más. La conocía apenas unos minutos y ya me gustaba, que extraño era todo eso.

Luego de estar sentados juntos la primera hora de clase, tuvimos que cambiar de sitio para la segunda. En el día, no volví a hablarle, pero me quedó una grata impresión de esta "primera vez".

-Te veré luego. -me dijo.
-De acuerdo. -le respondí, casi sin ganas.

Su nombre era Alexandra, pero me gustaba decirle "la nueva".

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